lunes, 14 de octubre de 2013

"Efectos del ranking para el ingreso a la universidad."

Francisco Javier Gil lo demostró hace varios años ya. Los gobiernos no lo tomaron en cuenta hasta que la UNESCO validó su tesis gracias a los estudios que realizó para demostrar lo que olfateaba. Los estudiantes más talentosos de cada uno de los liceos, por más mediocres que sean, en un año aproximadamente logran nivelarse al entrar a las universidades y contar con apoyo previo ( en el caso del Propedéutico) o con apoyo para nivelarlos, en caso que entren directamente a la universidad.

Son jóvenes que fueron los mejores dentro de su círculo, fueron los que mejor aprovecharon las oportunidades que tuvieron. Son rescilientes, provienen de familias con altas expectativas y que ven en la educación un movilizador social, aunque por años probablemente eso haya sido en vano, pues a pesar de su talento, probablemente terminaron siendo guardias, reponedores de supermercados o temporeros si vivían en sectores rurales.
 Nuestra educación no tiene como misión asegurar que el talento prospere dentro de las aulas universitarias, pues pone como traba  la cifra, el pago, la compra del servicio, de la prestación.  Cierto es que muchas de las familias en los últimos años pudieron por primera vez lograr que uno de sus miembros ingresara a la costosa educación superior, con costos altísimos para la familia que se tuvo que sostener en la banca endeudándose para poder mantener  los hijos en el sistema.

¿En qué consiste el proceso de selección universitario entonces? Supongo que entran los que tienen mejores posibilidades para aprovechar oportunidades acotadas. En este escenario los estudiantes de los liceos emblemáticos aparecen como la excepción a la regla, pues en sus aulas aquello de la “educación de calidad pública”, parece ser cierto, pero bien sabemos que es acosta de un reclutamiento de los mejores que provienen de distintos nichos, pero que se caracterizan por pertenecer a familias que tienen altas expectativas sobre ellos/as, que ven en su formación rigurosa y disciplinada la certeza de un cupo en las universidades, especialmente en las tradicionales.
Es evidente que su nivel de exigencia se escapa al de la norma, obtener un 6.0 en el Liceo 1 no es lo mismo que obtenerlo en otro liceo municipal no emblemático. El esfuerzo y las horas de inversión para tal resultado son mayores.

Gil  tenía devastadoramente la razón y ante eso no resulta inevitable la pregunta: ¿Cuántos estudiantes talentosos  fueron excluidos de la educación superior y rezagados y en este nuevo  escenario podrían ser flamantes estudiantes?¿Qué va hacer el Estado al reconocer que han mutilado sueños durante años y años?¿Cómo se compensará a quienes fueron marginados?

Por otra parte:¿Por qué los estudiantes de los colegios emblemáticos se tienen que bancar así como así que les hayan cambiado las reglas del juego?¿Qué sentido ha tenido entonces estudiar el triple para obtener los resultados necesarios para sobrevivir en un ambiente mucho más exigente?¿Los padres y apoderados aceptaremo que años de apoyo para lograr buenos resultados académicos hayan sido en vano?

Me parecería razonable haber contado con esta información hace 6 años, cuando mi hija entró a séptimo al Liceo 1, pues de haber sabido que su esfuerzo sería en vano la habría dejado en  su colegio de origen, donde estaban entre las mejores, pues ahora todo el esfuerzo  parece haber sido  en vano.
Yo sé que la los argumentos de Francisco Javier Gil  son fundados y legítimos en su esencia y justicia, pero  al mismo tiempo me parece injusto haber visto a mi hija estudiar a diario para que ahora dé lo mismo y lo que siento yo lo sienten todos los padres y madres que le exigimos  nuestros hijos e hijas probablemente el doble o el triple de dedicación. Mi familia afortunadamente podría costear los estudios de mi hija sin beca y también la educación privada si no entrará a la universidad tradicional, pero en nuestros liceos son mayoritarias las familias que apostaron por este  riguroso camino pues veían en él la única posibilidad reala de poder llegar a la esquiva educación superior de calidad. El cambio de reglas para ellos es aun más devastador.

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