Francisco Javier Gil lo demostró hace varios años ya. Los gobiernos 
no lo tomaron en cuenta hasta que la UNESCO validó su tesis gracias a 
los estudios que realizó para demostrar lo que olfateaba. Los 
estudiantes más talentosos de cada uno de los liceos, por más mediocres 
que sean, en un año aproximadamente logran nivelarse al entrar a las 
universidades y contar con apoyo previo ( en el caso del Propedéutico) o
 con apoyo para nivelarlos, en caso que entren directamente a la 
universidad.
Son jóvenes que fueron los mejores dentro de su 
círculo, fueron los que mejor aprovecharon las oportunidades que 
tuvieron. Son rescilientes, provienen de familias con altas expectativas
 y que ven en la educación un movilizador social, aunque por años 
probablemente eso haya sido en vano, pues a pesar de su talento, 
probablemente terminaron siendo guardias, reponedores de supermercados o
 temporeros si vivían en sectores rurales.
 Nuestra educación no 
tiene como misión asegurar que el talento prospere dentro de las aulas 
universitarias, pues pone como traba  la cifra, el pago, la compra del 
servicio, de la prestación.  Cierto es que muchas de las familias en los
 últimos años pudieron por primera vez lograr que uno de sus miembros 
ingresara a la costosa educación superior, con costos altísimos para la 
familia que se tuvo que sostener en la banca endeudándose para poder 
mantener  los hijos en el sistema.
¿En qué consiste el proceso de 
selección universitario entonces? Supongo que entran los que tienen 
mejores posibilidades para aprovechar oportunidades acotadas. En este 
escenario los estudiantes de los liceos emblemáticos aparecen como la 
excepción a la regla, pues en sus aulas aquello de la “educación de 
calidad pública”, parece ser cierto, pero bien sabemos que es acosta de 
un reclutamiento de los mejores que provienen de distintos nichos, pero 
que se caracterizan por pertenecer a familias que tienen altas 
expectativas sobre ellos/as, que ven en su formación rigurosa y 
disciplinada la certeza de un cupo en las universidades, especialmente 
en las tradicionales.
Es evidente que su nivel de exigencia se 
escapa al de la norma, obtener un 6.0 en el Liceo 1 no es lo mismo que 
obtenerlo en otro liceo municipal no emblemático. El esfuerzo y las 
horas de inversión para tal resultado son mayores.
Gil  tenía 
devastadoramente la razón y ante eso no resulta inevitable la pregunta: 
¿Cuántos estudiantes talentosos  fueron excluidos de la educación 
superior y rezagados y en este nuevo  escenario podrían ser flamantes 
estudiantes?¿Qué va hacer el Estado al reconocer que han mutilado sueños
 durante años y años?¿Cómo se compensará a quienes fueron marginados?
Por
 otra parte:¿Por qué los estudiantes de los colegios emblemáticos se 
tienen que bancar así como así que les hayan cambiado las reglas del 
juego?¿Qué sentido ha tenido entonces estudiar el triple para obtener 
los resultados necesarios para sobrevivir en un ambiente mucho más 
exigente?¿Los padres y apoderados aceptaremo que años de apoyo para 
lograr buenos resultados académicos hayan sido en vano?
Me 
parecería razonable haber contado con esta información hace 6 años, 
cuando mi hija entró a séptimo al Liceo 1, pues de haber sabido que su 
esfuerzo sería en vano la habría dejado en  su colegio de origen, donde 
estaban entre las mejores, pues ahora todo el esfuerzo  parece haber 
sido  en vano.
Yo sé que la los argumentos de Francisco Javier Gil
  son fundados y legítimos en su esencia y justicia, pero  al mismo 
tiempo me parece injusto haber visto a mi hija estudiar a diario para 
que ahora dé lo mismo y lo que siento yo lo sienten todos los padres y 
madres que le exigimos  nuestros hijos e hijas probablemente el doble o 
el triple de dedicación. Mi familia afortunadamente podría costear los 
estudios de mi hija sin beca y también la educación privada si no 
entrará a la universidad tradicional, pero en nuestros liceos son 
mayoritarias las familias que apostaron por este  riguroso camino pues 
veían en él la única posibilidad reala de poder llegar a la esquiva 
educación superior de calidad. El cambio de reglas para ellos es aun más
 devastador.

 
 
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