domingo, 5 de enero de 2014

No aplaudo al niño que sacó 3 puntajes nacionales, ¿y qué?

¿Qué se aplaude cuando se aplaude? Hay dimensiones éticas que acarrean ciertos aplausos, aunque de buenas a primeras no sean evidentes. Claro, suena despiadado no hacer loas a quien con esfuerzo, proveniente de la clase esforzada de nuestro país, lograr salir en la foto del mérito. Suena probablemente peor si quien las emite, valora la meritocracia en cada columna que publica.
Claro que me parece loable, más que el puntaje, la trayectoria de José González: me parece loable en un espacio acotado y circunscrito solo a su logro. Las personas toman distintos caminos y opciones. Me parece importante sacrificarse por logros propios, y acertar dentro de las reglas de un sistema de evaluación que es claramente arbitrario e injusto, tiene méritos. Que el sistema sea injusto no lo digo yo, lo dice la UNESCO, por cierto.
Del mismo modo me parece admirable que haya niñas y niños que este año solo estén pasando a cuarto medio y no dando la prueba, habiendo entregado un año de su vida para haber posicionado aquello de que la educación es un derecho, que el sistema es injusto y que hayan incidido en la agenda pública.
898 niños fueron los mejores alumnos en sus escuelas, obtuvieron 850 puntos en ránking de notas, pero no obtuvieron en la prueba el mínimo para postular a la universidad. No es que “no entraron a estudiar lo que querían” : no pudieron ni siquiera postular. (para que quede claro).
Son niños y niñas que son los mejores en su contexto, que del Estado a través de su aparato más eficiente, que es la educación, recibieron todas las señales que les hicieron sentir que eran los mejores, pero según la PSU son los peores, los que no sirven, los que han sido excluidos por años, al igual que sus padres y madres.


Sobrevalorar la PSU y ensalzar aquello que de ahí proviene como sistema que evidencia, en teoría, la meritocracia, es miope, porque significa a la vez, suponer y validar que aquellos que quedaron fuera siendo los mejores en sus liceos, son perdedores, lo hicieron mal, son menos valiosos que el niño que alabamos por haber obtenido 3 puntajes nacionales.
Si sólo alabo el mérito del niño de la foto, aparece como contradictorio el afirmar que la PSU es un instrumento de la exclusión, que siembra frustración en miles de familias y niños que ven que su esfuerzo ha sido en vano.
Por eso es que creo que teniendo mérito, ese mérito se reconoce en un sistema despiadado. Por eso es que tan valioso como aquello me parece que se valore que haya otros que lucharon, por la educación como derecho, por aquellos que lucharon para evidenciar las reglas de la injusticia, para poner en el tapete que la PSU excluye, como lo ha dicho por años Francisco Javier Gil.
Lo señalo con fuerza para evidenciar que existen “los nadie”, como dice Galeano, que pudiendo ocupar con creces el lugar del niño de la foto, no aparecerán nunca, porque sus esfuerzos son invisibles. Les invito a escuchar a Francisco Javier Gil y a revisar su estudio en donde demuestra como aquellos que obtienen puntajes que no les permitirían entrar a la universidad y que son los mejores de sus liceos pobres, al ser apoyados en el propedéutico se nivelan en dos años aprox. a los niños que obtienen esos puntajes.
O sea, son niños que gracias al sistema, nunca podrían “salir en la foto” de los mejores puntajes, ya que al compensar lo que el sistema no les entregó se transforman en niños que “si podrían salir en la foto”.
No se puede alabar el logro sin comprender la dimensión ética de lo que se está valorando y de quienes con esa medida siendo talentosos aparecen como los “inferiores”. Recomiendo escuchar a Francisco Javier Gil. Recomiendo también buscar en internet su estudio. Les digo: su lucha ha sido admirable, le han pegado cientos de portazos. Su trabajo se ha hecho evidente en el último año, en gran medida porque hay niños y niñas y padres y madres de esos niños y niñas, que optaron no solo por dedicarse a estudiar, sino porque salieron a la calle a evidenciar que el sistema era injusto, tan injusto como es el SIMCE. Es tan injusto que quien pudiera ser neurólogo termina siendo reponedor de supermercado, porque su nombre nunca fue un titular de diario, porque siendo el mejor de su liceo, el sistema lo convenció de que era penca, de que la universidad no era su camino.
Hace unos años tuve una reunión en Renca. Era con una mujer que había liderado junto con Cecilia Castro la construcción del condominio en el que vivían. Antes vivían en el cerro Renca, pobreza dura y cruel y ahora tienen un condominio, proyecto emblemático del MINVU, porque fue liderado por pobladoras en su construcción.
Yo la entrevisté, me senté frente a ellas para que me contara como lo habían hecho. Sus manos tenían uñas negras, como cuando uno pela habas, era una mujer humilde. Ella me explicó cómo y porqué funcionó su proyecto, me explicaba las leyes a las que echaron mano, las alianzas que realizaron a nivel nacional e internacional.
Yo con mis títulos, con mi “buena educación” me sentí mínima e ignorante. ¿Sabe usted lo que es sentarse frente a alguien que habla como una SEREMI de Vivienda, que conoce las leyes mejor que la autoridad, pero que tiene las manos sucias, sueldo y vida de mujer pobre? ¿A usted le cabe alguna duda, que ella, la que vivió en una vivienda humilde en el cerro de Renca, si hubiera vivido en un país donde la educación fuera un derecho, donde hubiera recibido el apoyo para nivelar sus competencias, no habría llegado a ser abogado?¿Quién le dice que podría haber tenido logros equivalentes a ser triple puntaje nacional?
Alabar al mejor es escupir en la cara de quien aparece como el peor, sin serlo.
Aplaudir los logros de excepción, por más meritorios que sean, es, con todo respeto, aplaudir a la vez un sistema de mierda.

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