miércoles, 4 de mayo de 2016

La cárcel: el “contenedor del residuo social”


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Son quince mis alumnas de arpillera en la cárcel. De las quince, nueve al menos vienen de familias pobres, cinco de ellas me cuentan que estuvieron en el Sename en su infancia. Las primeras clases son algo esquivas, solo las que bordan mejor muestran más interés. La primera clase me preguntan si pueden llevar música, digo que si, la segunda la llevan y la ponen tan fuerte que no se puede hablar. Pido que la bajen. Gritando me dice la dueña de la radio que yo había dicho que se podía llevar. Yo subo el tono de mi voz y digo que la baje, que yo soy la profesora y que no puedo explicar lo que haremos si no me escuchan. De mala gana baja la radio, varias la apoyan. 

Las telas y los hilos apaciguan el ambiente, generan lazos, son bálsamos en una sala colorida, luminosa y acogedora en honor a la verdad.

La pseudoburguesa profesora de arpilleras “piensa que lo ha pasado mal el último año”, tanto embrollo innecesario, tanto titular tóxico y dañino. Haciendo clase en la cana siente el alivio de ser anónima, ahí no ven tele, ahí nadie pregunta.

Una sala, una gran mesa, cada una sentada en su silla de bordadora, de aprendiz, de experta, de nula, todas con una aguja, hilo, un trapito y una tijera con punta en la mano. Una estantería, las mujeres como libros, uno al lado del otro, detrás de cada nombre una historia.

Libro uno. Tiene 48 años, no terminó la escuela, siendo niña la mandaban del campo a la caleta a vender verduras. A los 14 se enamoró de un pescador, se fue de la casa, tuvo hijos. Tuvo su propia lancha y se hizo pescadora. La mar y las leyes se pusieron malas, era mejor traficar.

Libro dos. Cuando estaba en el liceo se dió cuenta que a un bolsa de cincuenta lucas de marihuana le sacaba el triple. Su padre estaba en la cana, a veces no había que llevarle, así que había que hacer monedas. Trafica en el campo, le vende a los huasos, pero también va a vender a las discos. Cae presa con la mamá, borda bien, quería ser trabajadora social. Su mamá sale antes y le cuida a su hija, la que tuvo con un cuico que se la quiso quitar. Es regalona, le llega una encomienda mientras está en clase, es una bata peludita, una que abriga, se la pone.

Libro tres: Tiene veinticinco años y tres hijos. El mayor tiene diez, el otro siete y el más chico se murió. Yo no pregunto, digo que lo siento, no se preocupe dice ella.

Libro cuatro: Me cuenta. Estaba tan drogada que desperté en una casa, no sé como llegué ahí. Tenía puestas unas zapatillas que no eran mías, así que estoy por robo en casa habitada. Yo era secretaria de un kinesiologo de un equipo famoso. Me metí en las drogas por pena. Dos segundos dura la felicidad de fumarse un mono, pero cuando la vida es una mierda, dos segundos felices es harto profe.

Libro cuatro: Traficaba en grupo, eso es asociación ilícita. Yo era consciente de lo que hacía. No ve a mis hijos desde que cayó, ahora están con su ex esposo, él les dijo que está en el hospital y a mí me parece bien, este no es un lugar para ellos, dice.

Libro cinco: Explica. Cuando niña tuve una accidente, me dané el cerebro, por eso estoy en primero básico, porque no sé leer. Me salen lindas las letras pero me cuestan, es más fácil sumar.

Libro seis: Me traté de ahorcar profe, por eso tengo esta cara. Se acuerda que le dije que yo cuidaba a mi mamá cuando estaba afuera? Se murió hace unos días y no me dejaron ir al funeral porque no hay personal, no ha habido todos estos días. El que traficaba era mi marido, pero yo di cara. Tengo dos hijos y mi marido los dejó, ahora los cuida mi papá, él también está enfermo.

El problema no es que salgan tantos reos a la calle, el problema es que le han metido a la ciudadanía en la cabeza que las cárceles son contenedores de "residuos sociales". En la fantasía social frenética, imaginan que "la escoria", aquello que es mejor dejar de ver, dejar de integrar, desapareció, se esfumó. Tantas veces pareciera que creen que son una especie de incineradores donde la delincuencia desaparece y se pulveriza. No delire si no conoce lo que pasa dentro de una cárcel, no juzgue si no sabe quienes son los que componen la población penal, no elucubre sino conoce el presupuesto y infraestructura con la que se cuenta para rehabilitar.

Si por un segundo cree que su vida es o ha sido una mierda, vaya a hacer clases a la cana, escuche las historias de vida de las presas, se lo aseguro, sentirá alivio de  no estar ahí, sentirá que al menos usted si puede salir de ahí rehabilitada.

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